miércoles, 20 de julio de 2016

Los negocios y las personas

Una breve descripción de como se deberían hacer los negocios desde mi punto de vista. 

En los negocios hay tres cosas muy importantes. Por orden de prioridad.

1) Las personas
2) Los procesos
3) El dinero

La idea, al contrario de lo que generalmente se piensa, es irrelevante comparado con los últimos tres criterios, no en vano se dice que el cementerio es el lugar más rico de la tierra. Ideas sin implementación no valen nada, y la implementación requiere, de personas, procesos y dinero.

Me gustaría concentrarme en las personas, el elemento más importante, y menos valorado. (hay muchos libros sobre como elaborar procesos eficientes, y el dinero bueno, es una cuestión de saber administrarlo e invertirlo, aprendamos en las clases de administración o contabilidad).

¿Estamos gobernando la globalización o la globalización nos gobierna?... es necesario revisar nuestra forma de vivir. El desarrollo tiene que ser a favor de la felicidad humana, porque ese es nuestro tesoro más importante.

Sin duda que se necesitan personas ilusionadas con el entorno y con la mente abierta para saber adaptarse a la constante mutación del mercado, los productos y los consumidores, todo se mueve a una velocidad impresionante en los negocios, pero hay algo que permanece inmutable: las emociones. Un equipo, un negocio, una organización, es un gran estado de animo, la diferencia sigue siendo, el clima de compromiso de la empresa. Que tan comprometidos están con la causa los trabajadores, que tan identificados y representados se sienten por la visión de la empresa, que tan conectados con sus propios propósitos personales están los objetivos de la empresa, esas son las preguntas que nos tenemos que hacer como empresarios y dueños de negocios.

Ninguna empresa se cae por un precipicio por la desconexión emocional de sus empleados, pero esa carga rutinaria, tan poco estimulante desde un punto de vista personal, termina conduciendo a cualquier tipo de organización hacia la peor de las muertes. la segura.

En cualquier ámbito empresarial se depende sobre todo de las personas.
¿A quién se le podría ocurrir no darles a las personas el valor determinante que tienen en la construcción de cualquier proyecto?. A los que piensan en el hoy y desprecian el mañana; a los que deciden en términos de ¨más-menos¨ en lugar de ¨mejor-peor¨; a quienes ven a los seres humanos como un insignificante tornillo de la maquinaria empresarial.

Todas las personas de una empresa tienen una responsabilidad con el equipo. En su conformación o en su destrucción. Basta de considerar a los trabajadores como fichas de un tablero. Todos ellos sienten y padecen, fortalecen o debilitan el rendimiento del equipo con su destreza técnica, su inteligencia táctica o su resistencia a la derrota. Todos, en distinta proporción, son responsables del resultado final.

Ahora las personas también dependen de un líder, de un guía que se haga responsable.
El líder es simplemente, el responsable de guiar, de construir una visión, y de ir convenciendo a las personas de que esa visión es motivadora, desafiante y apasionante también para ellos.
El líder debe tener una cualidad imprescindible, debe tener credibilidad.
Hay un tipo de credibilidad que resulta indiscutible: la que da el conocimiento. Los lìderes con capacidad técnica y que sepan de seres humanos, tienen un camino al éxito seguro. Al que sabe siempre se lo respeta; el que sabe siempre capta la atención.
Por otro lado la credibilidad es la consecuencia y la recompensa de una trayectoria impecable desde una perspectiva ética. Aprendemos emulando y solo se imita lo que se admira. Pocas cosas son tan admirables como una conducta noble.
Los valores son universales y no necesitan ser revalidados por los resultados para considerarse auténticos, uno puede ser un gran líder incluso en la derrota, la derrota no está sobre los valores, tampoco la victoria. Hay evidencias claras de que, en países donde existe un mayor grado de confianza en las instituciones y en la integridad de los gestores, las posibilidades de éxito crecen exponencialmente.

Siempre hay que saber reconocer el esfuerzo de aquellos hombres que, en el éxito y en el fracaso, elevan la calidad ética de la sociedad.

La autoridad moral, como cualidad superior del líder, se construye con pequeños y discretos materiales. Como esa coherencia elemental que consiste en hacer lo que se dice que se va a hacer. O en entender, y hacer entender, que los derechos son respetables.
Todo esto no tiene importancia para aquellos que desprecian el futuro por la impaciencia de obtener beneficios a corto plazo, o para aquellos que se ven a sí mismos como predestinados y que anteponen su propio prestigio al de la empresa. O para los que pretenden fortalecer su poder pisoteando la dignidad y los derechos de su gente. Cuando se esta al frente de una organización, uno debe premiar la justicia, y la justicia tiene un solo modo de premiar y de castigar: atendiendo los méritos.

Recuerden: mientras los otros (países y empresas sumamente exitosas y FELICES) ya saben lo que se debe hacer para triunfar a largo plazo, nosotros nos seguimos preguntando cual es la mejor forma de trabajar, mientras los otros, forman lideres con visión a futuro, formadores, nosotros seguimos jugando el juego de quien es el más vivo en la escalera de la injusticia y el amiguismo. Así no se logran resultados, ni a mediano ni a largo plazo significativos, de esos resultados que dejan legados mucho más importantes que el dinero, si no vean, la impresionante mediocridad y tristeza que da nuestro país, y la prosperidad de unos pocos a costa de la vida, esperanza y sueños de muchos.
La dignidad y el respeto jamás deberían ser la moneda de cambio para el éxito en los negocios.

Andrés Acosta.